El principal motor que ha impulsado el crudo estadounidense han sido sus precios como la considerable presión sobre el crudo WTI en comparación con otros productos referentes del mercado.

Según un reporte de McQuilling, la producción de crudo de Estados Unidos aumentó un 4% interanual a un promedio de alrededor de 9,2 millones de barriles diarios en 2017, mientras que la producción canadiense también creció un entre un 4 y un 5% en 2017. Como resultado, el crudo de Norteamérica podría confirmar una expansión de un 4,7% en 2017, hasta los 14,2 millones de b/d, presionando significativamente al crudo WTI en relación al Brent.

La amplia diferencia entre estos productos referentes y la presión alcista sobre los precios en Dubai, debido a los recortes en la producción de la OPEP, ha dado a los refinadores (especialmente en el Este) un amplio incentivo para obtener crudo estadounidense. Este diferencial ha sido particularmente amplio desde septiembre de 2017, hecho que fue reforzado por el huracán Harvey, que se correlaciona con un aumento significativo en los volúmenes de exportación de crudo de Estados Unidos.

En 2016, el 61% del crudo estadounidense se dirigió a Canadá; sin embargo, este nivel se ha reducido al 30% o 307.000 b/d durante los primeros 10 meses de 2017. El Lejano Oriente y el sudeste de Asia han adquirido mucho interés por el crudo estadounidense en 2017, importando alrededor de 336.000 b/d por mes en promedio durante los primeros 10 meses de 2017.

China se ha convertido en un importante importador, acaparando alrededor de 448.000 b/d solo en octubre de 2017, mientras que también se ha observado un aumento en los flujos hacia Corea del Sur, Singapur e India por primera vez en la historia.

Europa también ha tomado su parte del petróleo de esquisto bituminoso de EE. UU. En 2017 alcanzó volúmenes con un crecimiento de 90% anual hasta octubre de 2017. Los volúmenes en los Países Bajos y el Reino Unido han promediado 77.000 b/d y 80.000 b/d, respectivamente.