Se espera que el mercado global de recubrimientos marinos alcance un valor de US$5.348,8 millones, a una tasa compuesta anual de 2,28% durante el período 2018-2023. El principal factor que impulsa el crecimiento de este mercado es la progresiva industria de la construcción naval en la región de Asia y el Pacífico, junto con las crecientes tasas de producción de naves de recreación y cruceros en todo el mundo, indica un reporte de Business Wire, al que accedió MundoMarítimo.

La información añade que las travesías en crucero han superado al segmento de viajes de placer en general con un número pasajeros que se estima en alrededor de 25,8 millones y se prevé que crezca a 27,2 millones en 2018, según la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA, sigla en inglés).

Se prevé que este crecimiento continúe más allá, lo que, a su vez, se espera genere un aumento en la demanda de recubrimientos utilizados para fines de reparación y mantenimiento. Además, se proyecta que 27 naves cruceros fluviales y oceánicas, se incorporen a la flota mundial a fines de 2018, incrementando así el consumo de revestimientos marinos utilizados también para OEM (Original Equipment Manufacturer).

Los revestimientos Epoxy tienen la mayor parte de todos los tipos de resina disponibles en el mercado mundial de revestimientos marinos. Debido a su conveniencia para cubrir, capacidad de adhesión con diferentes materiales y su naturaleza resistente a la humedad. Estos recubrimientos se utilizan de manera efectiva para aplicaciones que requieren resistencia a la corrosión, además de poseer potras cualidades superiores.

¿Y los contenedores?

En el mercado de recubrimientos para contenedores, destacó la determinación china de reemplazar las pinturas en base a aceites por pinturas al agua, que emiten menos gases tóxicos al ambiente, lo que se alineó con la intención de China de reducir las emisiones en un 70% para fines del año pasado.

En ese plano, las autoridades chinas manifestaron su intención de aplicar un impuesto verde a aquellos contenedores que no cumpliesen con las normas de toxicidad, lo que hizo temer un aumento del costo en la fabricación de estos equipamientos.