En un periodo de intensa volatilidad, los expedidores, las navieras, los puertos, los transitarios y otros agentes del mercado intentan evaluar urgentemente las perspectivas de las tarifas de los fletes marítimos en 2022 y más allá. De hecho, la congestión y las tarifas se han convertido en un problema político tan acuciante que los gobiernos de todo el mundo se ven presionados para intervenir, aunque, como están descubriendo, idear soluciones para arreglar unas cadenas de suministro marítimas disfuncionales no es nada sencillo.

Transport Intelligence (TI), expone en un reporte algunas de las cuestiones clave que actualmente están repercutiendo en la capacidad operativa de la industria del transporte marítimo y la logística; los niveles de servicio que las líneas navieras y los operadores logísticos son capaces de ofrecer y las tarifas que cobran por ello.

Según Ti, los problemas del sector son muy variados: algunos afectan su capacidad, otros a los volúmenes subyacentes de contenedores que se transportan. Y es precisamente la relación y la interacción entre estos dos factores la que ocasiona, obviamente, un profundo impacto en las tarifas de los fletes, lo que se traduce, en tarifas altísimas y enormes beneficios para las navieras.

Perspectivas

Ti indica que predecir la trayectoria de las tarifas de transporte marítimo, incluso a corto plazo, es muy problemático. Sin embargo, estima que es probable que hacia 2022 haya una "regresión a la media" y que la presión sobre las tarifas sea naturalmente a la baja, en lugar de al alza.

Agrega que no ha habido grandes cambios en la dinámica del sector que sugieran que las tarifas elevadas serán la nueva normalidad. De hecho, el reporte apunta que dado el listado de órdenes de nuevos buques y las posibilidades de que esta nueva capacidad se lance al mercado en medio de una recesión en 2023, las navieras podrían enfrentarse a un período difícil: la habitual caída después de un boom del transporte marítimo.

Sin embargo, al menos (para el sector del transporte marítimo) la consolidación en el sector y la estructura de alianzas crearán un piso mínimo de tarifas.

No obstante, la vuelta a esta "normalidad" se retrasará por la reposición de inventarios por parte de los fabricantes y minoristas norteamericanos y europeos. Estos se encuentran actualmente en mínimos históricos y su reposición actuará como un "paracaídas" para las tarifas en el segundo trimestre de 2022.

Otras fuerzas positivas del lado de la demanda son el gasto de los consumidores, que aguantará hasta que los ahorros y el crédito se vea limitado por la subida de las tasas de interés.

Lo que complica estas perspectivas es la incapacidad de los proveedores para satisfacer esta demanda. La situación en China es imprevisible, ya que los fabricantes han tenido que reducir la producción debido a la escasez de energía y un enfoque de tolerancia cero con respecto a CoOVID-19 que ha llevado a la suspensión de la producción en las fábricas y servicios en puertos y aeropuertos.

Lo anterior puede significar que la demanda de los consumidores y las empresas en Occidente queden insatisfechas a corto plazo y pierdan definitivamente parte del valor económico. Por otro lado, esto puede ser positivo, ya que aplana la demanda, enfría los mercados y permite que los puertos y las líneas navieras puedan hacer frente a los retrasos.

La demanda compensada también amortiguaría la caída de los fletes en 2022, lo que significa que habrá que esperar a 2023 para alcanzar los niveles históricos.