En la búsqueda crítica de la descarbonización del transporte marítimo, podría ser útil una reflexión más amplia sobre cómo alcanzar el objetivo en una época de cambios y transformaciones sin precedentes, expone un artículo publicado por Gard.

Tras la COP26, tanto los gobiernos como las grandes empresas se han mostrado cada vez más claros y alineados en cuanto al imperativo de reducir las emisiones en las cadenas de suministro y la oportunidad que esto representa para cumplir sus compromisos de cero emisiones y las expectativas de la sociedad. Sin embargo, pese al acuerdo para afrontar el cambio climático, "todavía estamos muy lejos de entender o acordar cómo se hará esto en términos prácticos rápidamente y quién debe pagar".

De acuerdo con el artículo "se ha hecho evidente la creciente desconexión entre la ambición comunicada sobre la reducción de emisiones y la realidad cotidiana sobre su cumplimiento en las empresas a nivel operativo". Por otra parte, se indica que algunos consideran que cualquier optimización a corto plazo de la flota existente para reducir las emisiones ahora, "está en conflicto de alguna manera con la búsqueda de la solución perfecta para la descarbonización a través de la colaboración intersectorial, la innovación y los combustibles alternativos".

Esto último resulta cuestionable al considerar que cada tonelada de combustible que se ahorra hoy, reduce las emisiones absolutas de forma inmediata. Sin embargo, es cierto que "reducir las emisiones a corto plazo es en realidad mucho más difícil que hablar del futuro", ya que lo primero requiere que se inicien conversaciones incómodas y puntuales dentro de las empresas y que se amplíen de forma significativa entre las principales partes interesadas, incluyendo actores fuera de la industria marítima.

Ante esto se propone construir conscientemente una cultura más colaborativa para descubrir el "arte de lo que es posible ejecutar ahora" y que los avances pequeños pero incrementales en la optimización no sean descartados sólo porque no resuelven todo el problema en un solo paso, como es el caso del GNL.

"Para descarbonizar completamente el transporte marítimo será necesario, por supuesto, introducir combustibles verdaderamente ecológicos. El combustible utilizado también debe estar disponible, ser competitivo, seguro y aceptado por las autoridades locales", indica el artículo.

Se agrega que, dada la limitada oferta actual de combustible verdaderamente ecológico, éste irá al mercado más dispuesto a pagar o al menos capaz de sustituir su combustible. Sin embargo, "es francamente improbable que éste sea el sector del transporte marítimo y estos combustibles verdes no seguirán siendo asequibles si la demanda, de otras industrias ajenas al transporte marítimo, como la aviación, el transporte público y los camiones, supera la oferta".

En este sentido, se invita a pensar en la gran diversidad de clientes finales a los que sirve el transporte marítimo u otros aspectos de la industria marítima a través de los muchos oficios, rutas, tamaños de buques y segmentos diferentes. Esto hace probable que más adelante se observe la introducción de nuevos combustibles en mercados y rutas comerciales específicos.

Por último, se sostiene que se debería evitar la inclinación natural a caer en el pensamiento binario, en cuanto a que una alternativa le cierre el paso a las demás, sin adoptar una perspectiva científica más amplia e informada. "Un único combustible para la industria marítima puede acabar representando un peligro para la descarbonización y no es la panacea que algunos buscan", se expone finalmente.